HUMILDAD
HUMILDAD
Es una virtud moral contraria a la soberbia, que posee el ser humano en reconocer sus debilidades, cualidades y capacidades, y aprovecharlas para obrar en bien de los demás, sin decirlo. De este modo mantiene los pies en la tierra, sin vanidosas evasiones a las quimeras del orgullo.
La persona humilde, reconoce su dependencia de Dios; no busca el dominio sobre sus semejantes, sino que aprende a darles valor por encima de sí mismo. El apóstol Pablo dijo una vez que no debemos tener más alto concepto de nosotros mismos del que debemos tener. Así es el humilde, no mira lo suyo propio, sino lo de los demás. Sale en ayuda de los afligidos, extiende su mano al menesteroso. Viene a servir y no ha ser servido.
La humildad permite a la persona ser digna de confianza, flexible y adaptable. En la medida en que uno se vuelve humilde, adquiere grandeza en el corazón de los demás. Quien es la personificación de la humildad hará el esfuerzo de escuchar y aceptar a los demás, cuanto más acepte a los demás, más se le valorará y más se le escuchará.
IMPORTANCIA DE LA HUMILDAD
Entiendo que en definitiva la humildad es la madre de todas las virtudes y aunque no sea la única, sí constituye la verdadera vía para permitir la apertura de puertas en post de alcanzar metas y aspiraciones, pero a su vez, más que abrir las puertas para lograrlo, es la única vía que habrá de permitir que una vez se ha obtenido, el éxito sea capaz de mantenerse y de superar las expectativas trazadas.
La humildad involuntariamente le hace a uno merecedor de halagos. El éxito en el servicio a los demás proviene de la humildad, cuanto mayor sea la humildad, mayor el logro. No puede haber beneficio para el mundo sin humildad.
Esta virtud en el liderazgo se ve claramente, cuando los protagonistas se hacen accesibles a sus liderados. La humildad nos dice que no hay competidor pequeño; es decir, los demás no son inferiores a nosotros. Por ejemplo, en una empresa, sí la humildad interviene en cada una de las operaciones directivas, diagnostico, decisión y mando, se tendrá una empresa líder, no hay peor enemigo para el crecimiento de una empresa leer mas
LA IMPORTANCIA DE LA HUMILDAD EN LA SOCIEDAD
Aquellos que no practican la humildad poseen un sentido excesivo de su propia importancia, ya sea en un empleo, en una relación, o en la sociedad. Sin humildad te vuelves orgulloso. El orgullo lleva a la envidia o a los celos debido a la creencia de que los otros no deben tener más que tú. La falta de humildad muestra una falta de respeto hacia las personas con las que convives y esto afecta las relaciones que posees.
Pretensión
Basándose en las enseñanzas judías, la gente humilde está libre de envidia y esto reduce su ansiedad, descontento e infelicidad. En el libro "Código de ética judía" (“A Code of Jewish Ethics”), Joseph Telushkin escribe: "Debido a que las personas humildes no consideran que son superiores a los otros, o que merece más que ellos, son menos propensas a poseer una actitud pretenciosa". Explica también que la pretensión lleva a la envidia y la falta de satisfacción en la vida, puesto que no posees lo mismo que otros.
Decisiones
Practicar la humildad lleva a tomar mejores decisiones. Aquellos que están llenos de orgullo suelen ignorar los consejos e ideas de los demás. En el libro "Espiritualidad para Dummies" (“Spirituality for Dummies"), Sharon Janis escribe, " Al poseer humildad, tienes la mentalidad para considerar todas la ideas que se cruzan en tu camino, ya que tu guía proviene del interior, de un estadio sagrado de sumisión, fe, y aceptación propia". La humildad se lleva la necesidad de atenerse, de comparar nuestra opinión con la de otros o de eclipsarlos con nuestras ideas, lo cual puede llevarnos a perder una oportunidad.
Espiritual
Muchas religiones consideran la humildad como centro de sus enseñanzas. Por ejemplo, el cristianismo y el judaísmo requieren que sus seguidores encarnen la humildad para completar su viaje espiritual. En el libro "Terapia sagrada" (“Sacred Therapy”), Estelle Frankel escribe: "Por otro lado, no se puede estar completo a menos que sepamos como rendirnos ante nosotros mismos, de esta forma quizás experimentemos unidad con todas las cosas". La humildad te abre las puertas de la autopercepción, y te ayuda a recibir los dones del ser espiritual en el que crees; además te ayuda a volverte uno con el medio ambiente si sigues algunas de las religiones orientales.
Crecimiento
La humildad te ayuda a identificar tus limitaciones. Al hacer esto puedes realizar cambios y crecer como persona. En el libro "Inclinarse ante la vida" (“Bow to Life”), Joseph Cardillo explica: "Si absorbes el conocimiento fácilmente, creces más rápido, y el éxito llega más pronto". Evitas herir a la gente con tu ego; ésto hace que mejoren tus relaciones y amistades. Las relaciones nuevas y saludables pueden convertirse en oportunidades.
¿Cómo Vivir la Humildad en Familia?
1.Aceptando incondicionalmente a cada uno de los miembros de mi familia.
2.Valorando integralmente a cada integrante de la familia como un ser único, distinto e irrepetible.
3.Acogiendo y amando “al otro” como Hijo de Dios y miembro de mi familia.
4.Respetando y valorando las diferencias entre los unos y los otros. Esto nos llevará a alegrarnos porque “el otro” es distinto a mí y enriquece a la familia.
5.Realizando primero un esfuerzo por escuchar al otro antes que pretender que me escuchen a mí.
6.Ayudando a mi familiar en sus labores cotidianas; saliendo al encuentro del otro en el día a día de manera que encuentre apoyo en su trabajo o estudio diario.
7.Cuándo veo algo mal en algún miembro de mi familia estoy invitado a hacerme el espacio para comentárselo y decírselo de manera adecuada y en el mejor momento.
8.Cuándo me critican y me señalen cosas por mejorar; admitir y aceptar dichas correcciones con sencillez y transparencia.
Se trata entonces de avanzar en una existencia virtuosa y humilde, se trata de ayudarnos los unos a los otros, juntos es más fácil. La familia cristiana es una auténtica escuela de virtudes y de humildad, cada miembro de la familia es muy importante y es para los otros un aliento de vida cristiana y de esfuerzo cotidiano por vivir la humildad en la vida cotidiana.
Humildad es la virtud, contraria a la soberbia, que hace conocer y aceptar las propias limitaciones y debilidades y permite obrar con el prójimo, de acuerdo con este conocimiento y sirve para llegar a la Paz Interior.
Humildad no quiere decir dejación de los derechos, ni de las obligaciones y no proviene por el origen, nacimiento o por situaciones que conlleva la vida, ni la relacionada con la sumisión o el rendimiento, ni por la carencia de nobleza o por vivir modestamente. No se debe confundir la humildad con la pobreza, pues se puede ser muy humilde, pero no sencillo, y si sumamente orgulloso y soberbio, y ser muy rico además de sinceramente humilde, sencillo y modesto. Practicar la virtud de la humildad libera del apego innecesario a lo material y a ciertas actitudes, que ensombrecen al hombre, tales como el orgullo, la soberbia y la vanidad. La humildad en las personas, es fuente de paz y armonía espiritual.
Los padres con el ejemplo, deben enseñar a sus hijos a practicarla en la familia, en la escuela y con los amigos.
La humildad en el liderazgo se ve claramente, cuando los protagonistas se hacen accesibles a sus liderados. Qué gratificantes es conocer a esas personas llenas de conocimientos, cuya sabiduría les sale hasta por los poros, hablar y comportarse con esos signos externos de humildad, intentando pasar desapercibidos en la sociedad y exponiendo sus sabias ideas, a todos los que quieran escucharles.
Verdaderamente son ejemplos de la humildad, no de la falta de autoestima. Se puede ser humilde, pero recio y fuerte con las convicciones.
Hay personas muy importantes en política, economía y socialmente, que han hecho de la fuerza, la belleza y el valor de la virtud de la humildad, su verdadera razón de ser y trabajar. Qué ejemplo tan bueno de hombres y mujeres, que diariamente demuestran que para llegar a lo más alto en este mundo, nunca se han olvidado de sus orígenes, por muy humildes que hayan sido y siguen manteniendo sus principios hacia los demás, como lo hacía anteriormente. Pero que mal hacen a la sociedad, los que han ascendido en ella y se sienten arrogantes con sus semejantes.
Ser humilde es conocerse uno mismo y buscar perfeccionarse, pero no creyéndose, ni superior ni inferior al prójimo, sabiendo que no se es más, porque lo alaben, ni menos porque lo vituperen. La humildad es tratar al prójimo con amabilidad y afabilidad, sin discriminación y con la máxima ternura y compasión, ejerciéndola entre empleador y empleado, rico o pobre, culto o inculto, fuerte o débil, amigo o enemigo.
La humildad es la antítesis del egoísmo y del yo. Es el camino hacia la plenitud, que como seres humanos, nos ayuda a ejercer la igualdad, la generosidad y la fraternidad. No significa que haya que ser el saco de golpes de todo el mundo, pues no es opuesta a la autoestima, sino que es complementaria y la refuerza. El humilde es auténtico, abierto, de convicción firme y muy comprensivo.
Ejercer la humildad implica también, tener seguridad en las capacidades personales de cada uno. Bonhomía significa afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento con los demás.
La humildad como la bonhomía, son virtudes que deben ser reconocidas por los demás. Solamente tiene sentido en el encuentro con uno mismo y en la donación hacia los demás. Por eso no basta tener seguridad solamente en la humildad, ya que la autoestima personal, está fundamentada en un profundo conocimiento de nosotros mismos.
Las personas que practican la virtud de la humildad, saben que sus vidas no serán un camino de rosas, pero si les permitirá vivirlas con mayor plenitud y satisfacción, para alcanzar en sus propias vidas ser mucho mejores y mantener unas buenas relaciones con los demás, pues es la donación personal y continua en pequeños actos de generosidad.
La humildad conlleva conocer claramente nuestros puntos fuertes y nuestros puntos débiles, para poder actuar en consecuencia hacia nosotros y hacia nuestro prójimo. Debemos saber nuestras limitaciones, para no engañar a otros, ni para aparentar lo que no somos, ni para crear falsas expectativas en los demás. Nuestro conocimiento o posición social, económica, intelectual o política, no nos da derecho a menospreciar a nuestro prójimo.
La humildad es una virtud indispensable para la buena vida personal y de la sociedad. No prohíbe reconocer, las buenas dotes que tenemos para determinadas actitudes, pero eso no quita que debemos reconocer que esas buenas dotes, nos han sido regaladas o las hemos adquirido con esfuerzo. Hay dotes que son más para reconocerlas, admirarlas y ponerlas a disposición del prójimo, que para presumirlas. La humildad es la aceptación de la propia ignorancia, la que permite eliminar el ego humano, el cual es la sensación engañosa de ser diferente del prójimo, tanto para bien, como para mal. Para ser humilde no es preciso engañarse sobre las capacidades, virtudes y defectos de uno mismo.
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